viernes, 28 de agosto de 2009

LOS VALORES Y SU CLASIFICACIÓN

Los Valores

Aporte de mi hermano JOSE FERNANDO ARANGO PALACIO

Tomado de el libro de los valores del Periódico El Tiempo

La palabra valor viene del latín valor, valere (fuerza, salud, estar sano, ser fuerte). Cuando decimos que algo tiene valor afirmamos que es bueno, digno de aprecio y estimación. En el campo de la ética y la moral (cuyas definiciones veremos más adelante) los valores son cualidades que podemos encontrar en el mundo que nos rodea. En un paisaje, por ejemplo (un paisaje hermoso), en una persona (una persona solidaria), en una sociedad (una sociedad tolerante), en un sistema político (un sistema político justo), en una acción realizada por alguien (una acción buena), y así sucesivamente.


De los valores depende que llevemos una vida grata, alegre, en armonía con nosotros mismos y con los demás, una vida que valga la pena de ser vivida y en la que podamos desarrollarnos plenamente como personas.

Clasificación de los valores

Aunque son complejos y de varias clases, todos los valores coinciden en que tienen como fin último mejorar la calidad de nuestra vida. La clasificación más extendida es la siguiente:

Valores biológicos: Traen como consecuencia la salud, y se cultivan mediante la educación física e higiénica.

Valores sensibles: Conducen al placer, la alegría, el esparcimiento.
Valores económicos: Nos proporcionan todo lo que nos es útil; son valores de uso y de cambio
Valores estéticos: Nos muestran la belleza en todas sus formas.
Valores intelectuales: Nos hacen apreciar la verdad y el conocimiento
Valores religiosos: Nos permiten alcanzar la dimensión de lo sagrado
Valores morales: Su práctica nos acerca a la bondad, la justicia, la libertad, el agradecimiento, la lealtad, la amistad y la paz, entre otros.



¿Para qué sirven los valores?

Los valores morales son los que orientan nuestra conducta, con base en ellos decidimos como actuar ante las diferentes situaciones que nos plantea la vida. Tienen que ver principalmente con los efectos que tiene lo que hacemos en las otras personas, en la sociedad o en nuestro medio ambiente en general. De manera que si deseamos vivir en paz y ser felices debemos construir entre todos una escala de valores que facilite nuestro crecimiento individual para que, a través de él, aportemos lo mejor de nosotros a una comunidad que también tendrá mucho para darnos.

Son, pues, tan humanos los valores, tan necesarios, tan deseables, que lo más natural es que queramos vivirlos, hacerlos nuestros, defenderlos en donde estén en peligro o inculcarlos en donde no existan. En este punto es donde intervienen la moral y la ética.
Valores, moral y ética

Los significados de las palabras moral (del latín mores, costumbres) y ética (del griego ethos, morada, lugar donde se vive) son muy parecidos en la práctica. Ambas expresiones se refieren a ese tipo de actitudes y comportamientos que hacen de nosotros mejores personas, más humanas. Si bien la moral describe los comportamientos que nos conducen hacia lo bueno y deseable, y la ética es la ciencia filosófica que reflexiona sobre dichos comportamientos, tanto una como otra nos impulsan a vivir de acuerdo con una elevada escala de valores morales.

Los antivalores: la otra cara de la moneda

Así como hay una escala de valores morales también la hay de valores inmorales o antivalores. La deshonestidad, la injusticia, la intransigencia, la intolerancia, la traición, el egoísmo, la irresponsabilidad, la indiferencia, son ejemplos de estos antivalores que rigen la conducta de las personas inmorales. Una persona inmoral es aquella que se coloca frente a la tabla de valores en actitud negativa, para rechazarlos o violarlos. Es lo que llamamos una “persona sin escrúpulos”, fría, calculadora, insensible al entorno social.
El cambio de los antivalores es a todas luces equivocado porque no solo nos deshumaniza y nos degrada, sino que nos hace merecedores del desprecio, la desconfianza y el rechazo por parte de nuestros semejantes, cuando no del castigo por parte de la sociedad.

Cuanto eres, cuanto vales

El mundo de los valores es amplio, complejo y en permanente transformación. En cada época aparecen nuevos valores o los viejos valores cambian de nombre. Todos somos libres además de escoger nuestros valores y darles el orden y la importancia que consideremos correctos de acuerdo a nuestra manera de ser y de pensar. Sin embargo, hay valores que no cambian, que se conservan de generación en generación, siempre y en todas partes. Valores universales, que exigiríamos a cualquier persona.

DOMINICA XXII

Dame un nuevo corazón, Señor.

Dios siempre ha sido quien toma la iniciativa de acercarse al hombre y ofrecerle su amistad, motivado por el amor a su obra más perfecta: el Ser Humano; este amor exige reciprocidad, así como el hombre es amado por Dios sin mérito propio, también el hombre debe generosamente amar a su Creador.

El amor de Dios tiene muchas manifestaciones, y la que supera a las demás es la Persona adorable de Jesús, Él es la mayor y plena revelación amorosa de Dios.

La muestra clara e inequívoca de nuestro amor a Dios sólo puede expresarse con nuestra obediencia a las enseñanzas de Jesús. Amar es obedecer con generosidad, máxime cuando sabemos que en nuestra obediencia hallamos la felicidad verdadera.

Esta realidad nos invita a superar cualquier rito o culto carente de conversión y empeño de santificación, así viviremos nuestra fe con mayor autenticidad, pues no estaremos pensando a creyendo que cualquier expresión ritual o piadosa nos hará más agradables a Dios. A Él le importa mucho nuestro corazón, es allí donde nacen nuestros amores u odios, es allí donde debemos cultivar nuestra relación más íntima con el Señor.

Señor Jesús, ilumíname con tu Espíritu Santo para que mi relación contigo se fundamente en el amor a tus preceptos y no en el cumplimiento vacío de cultos y ritos que poco dicen a mi vida. Amén.

jueves, 13 de agosto de 2009

DOMINICA XX

"Mi Carne es verdadera Comida"
"Mi Sangre es verdadera Bebida"


Jesús nos invita a un banquete donde Él se ofrece como alimento verdadero. Aceptar esta invitación significa:

* Establecer una relación directa y personal con Él donde se ofrece a sí mismo y se dona por nuestra felicidad y realización plenas.

* Vivir plenamente el amor de Dios que en la Persona de Jesús se abaja a buscar al hombre para levantarlo hasta Él mismo.

* Encontrar sosiego, calma para nuestro corazón inquieto. "El único remedio para saciar el corazón humano abierto a la trascendencia, es encontrar a Dios en una relación personal cargada de amor".

* "Comer y beber el Cuerpo y la Sangre de Cristo" es el camino obligado para llegar a la plena realización en el plan de Dios; no hacerlo es frustrarse para siempre.

* Celebrar, participar y vivir la Eucaristía es entrar en experiencia de Dios aquí y ahora y será consumada en el mundo de Dios, en la vida futura.


lunes, 3 de agosto de 2009

RECUPERA TU MATRIMONIO EN 40 DIAS

¿Tiene dificultades en la vida matrimonial?
¿Quiere recuperar los amores perdidos en su matrimonio?

Preguntame por
EL DESAFÍO DEL AMOR

JUSTICIA SOCIAL

Palabra de Dios y Compromiso Social.

Muchas personas creen que la experiencia religiosa es ajena a la vida cotidiana y al compromiso que todos debemos asumir con lo social. Juan Bautista y Jesús de Nazareth, el Señor, sin necesidad de ser políticos partidistas, predicaron una religión capaz de transformar la vida social de las comunidades; pues la Palabra de Dios debe transformar todos los ambientes que tienen que ver con la calidad de vida de los humanos.

No hay derecho a reducir la fe cristiana a un asunto de pura conversión personal, olvidando que la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia reclaman más justicia y respeto incondicional a los Derechos Humanos y al Desarrollo Social de las comunidades.

Trabajar por la igualdad, por el desarrollo sostenible, por la defensa de los Derechos Humanos, por el principio de igualdad entre los hombres acarrea, sin duda, persecución y malestar de quienes ostentando el poder quieren hacerse ricos a causa de la explotación del pobre y de aquellos que no han contado con posibilidades y oportunidades para su desarrollo. Jesús previo esto y llamó dichosos a los perseguidos: Dichosos los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. (Mateo 5, 10). Otros textos que respaldan lo dicho por Jesús: “Los que quieran vivir como cristianos sufrirán persecuciones”. (2 Timoteo 3,12). “Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos”. (Mateo 10,16) “Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros”. (Juan 15,20)

Es frecuente encontrar en la Palabra de Dios relatos de perseguidos por causa de la justicia o por fidelidad a la causa de Dios. Es especialmente sugerente contemplar el compromiso de los buenos profetas denunciando injusticias y reclamando derechos para los más hundidos de la sociedad a costa de sufrir ellos una retahíla de afrentas y humillaciones. Los justos son valorados algunas veces, pero otras se les tacha de incómodos e indeseables porque su sola presencia testimonial es ya un reproche insoportable… (Sabiduría 2,12-15). Jeremías, por ejemplo, recibió esta amenaza: “No profetices en nombre del Señor si no quieres morir a nuestras manos” (Jeremías 12,6). Y él, agobiado por la persecución, ora: “Señor, acuérdate de mí, mira que soporto injurias por tu causa” (Jeremías 15,15).

Con esta ilustración y soporte bíblico, sería muy interesante para ti que te preguntaras acerca de tu compromiso social a partir de tu experiencia de fe, pues no basta con decir “yo creo” cuando hay tantos hermanos nuestros muriendo de hambre, sed y desamor en frente de nuestra mirada, a veces, tolerante de estas experiencias tan lamentables.