viernes, 22 de julio de 2011

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS

Las metas del Proyecto HERMANOS MIOS MAS HUMILDES, son muy claras:
III. Metas.
1) Garantizar el desayuno y el almuerzo de los niños o niñas durante cinco días a la semana (de lunes a viernes) por 10 meses (de febrero a noviembre).
2) Brindar los útiles escolares de los niños o niñas durante los diez meses. Cada mes se realizará un monitoreo del uso de los útiles y de sus necesidades (qué útiles necesitan).
3) Brindar a los niños o niñas tres vestidos completos (camiseta, pantalón, zapatos, medias, interiores para los niños; blusa, pantalón, zapatos, medias, interiores para las niñas) durante el año.
4) Realizar dos actividades recreativas con los niños o niñas durante el año (una por semestre).
5) Capacitar a los padres y madres de estos niños o niñas en temas de formación familiar, tres durante el año.

En esta oportunidad evidenciamos la meta número 3. Para los niños y niñas fue motivo de alegría poder elegir un vestido completo, nuevo, de buena calidad y en compañía de sus padres.

Una vez más elevamos nuestras oraciones a quienes con sus aportes hacen posible la realización de este proyecto.

GRACIAS POR PERMITIRLES ELEGIR

GRACIAS POR HACER FELICES A LOS NIÑOS Y A SUS FAMILIAS

GRACIAS A DIOS Y A NUESTROS BENEFACTORES

miércoles, 20 de julio de 2011

PALABRA DE VIDA

PALABRA DE VIDA

Domingo 17 del Tiempo Ordinario (A)

Julio 24 de 2011

¡VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR!

El mundo poco a poco y muy sutilmente nos envuelve en sus seducciones tan vanas y pasajeras, eso hace que nos olvidemos o no nos comprometamos con una opción radical por Jesús y por el Evangelio.

Para el cristiano debe de ser tan importante el Reino de Dios que termina concluyendo que sí vale la pena sacrificar cualquier cosa por él así parezca ser muy valiosa.

Si hemos encontrado el Reino de Dios debemos irradiar alegría, testimoniar esperanza y contagiar optimismo.

Un discípulo de Jesús que ha madurado su fe en la búsqueda del Reino de Dios, finalmente concluye que corresponde a su esencia de discípulo anunciar a Jesucristo con todas las fuerzas de su corazón y jamás deseará juzgar o, mucho menos, condenar a sus hermanos.

sábado, 2 de julio de 2011

LA ORACION EN LA VIDA FAMILIAR

Hace un buen tiempo hemos reflexionado en este espacio sobre la vida familiar, sus dificultades, retos y esperanzas. En esta oportunidad trataremos la Importancia de la Oración en la vida familiar. Jesucristo, el Señor, no es un desconocido en la familia, para el cristiano comprometido es el miembro más importante de la familia, Él es la fuente de la alegría, de la paz y de la felicidad familiar.

Hemos decidido seguir a Jesucristo y hemos decidido hacer lo que solo a Él le agrada. Empecemos pues hablando sobre las prácticas de oración en nuestras familias. En muchos hogares Católicos no se ora en familia. Pienso que la razón puede ser tan simple como no saber cómo empezar o que actividades hacer. Esta dificultan ha hecho que muchos niños y jóvenes no sean capaces de signarse, de conocer los mandamientos de Dios y de la Iglesia y, de manera especial, no se ha iniciado una experiencia de Jesucristo, el Señor, sólo se sabe de Él lo poco que se ha escuchado en el hogar sobre Él. En muchos hogares Cristo es el más desconocido de todos sus miembros.

Si te has estado preguntando, querido lector, que puedes hacer para que tu matrimonio sea más entregado al Señor, para que tus hijos sean buenos Cristianos y perseveren en sus estudios, y para que ellos te respeten, tú encontrarás la respuesta en la oración en familia, en el contacto con la Palabra de Vida que es Jesucristo. Muchas familias han experimentado la fuerza que tiene la oración tanto en sus vidas personales como en sus familias.

Recuerdo el testimonio de una madre sola con dos hijos varones, ambos andaban mal en la escuela, pero ella le pidió a Dios que le diera sabiduría para ayudar a sus hijos. El Señor le fue revelando lo que ella debía de hacer. Primero empezó con la oración en su familia. Todos los días oraban juntos antes de salir a la escuela o al trabajo. Después de un tiempo los niños avanzaron en sus estudios y hoy día son prominentes en sus carreras. Y si Dios hizo esto por ellos también puede y quiere hacerlo por ti y por tu familia.

Seguramente no has hecho lo posible por crear espacios, ambientes y momentos de oración familiar; el ruido del equipo de sonido, la televisión, las visitas de tus amigos o el cansancio de tu trabajo, han torpeado la experiencia maravillosa de la oración en familia. En muchos de nuestros hogares no sólo aprendimos sino que testimoniamos que “familia que ora unida, permanece unida”, y en tu familia pasará lo mismo. Si Cristo es el centro de tu hogar no hay razón para que algo marche mal.

Recuerda que la formación de la fe, la cultivación del amor, y las experiencias que nutren la esperanza en cada ser humano, empiezan en el hogar, que es la pequeña iglesia o "la iglesia doméstica." Nuestros hogares deben ser esa "iglesia doméstica" donde la presencia de Dios reina y donde tanto los padres como los hijos aprenden a vivir y aplicar los mandamientos de Dios. Por lo tanto, tú, como padre o miembro de familia, tienes la mayor responsabilidad en difundir las experiencias de fe, las tradiciones, los valores y virtudes evangélicas, la oración, y nuestra Fe Católica a nuestros niños y a los demás miembros de la familia.


Es importante cumplir la voluntad de Dios en nuestras familias y hacer todo lo posible para que nuestros seres queridos conozcan quien es Dios, aprendan amar a Dios, y a servirle para que así puedan emprender la jornada para alcanzar el Reino de Dios. Si te estás preguntando como puedes hacer esto, porque te suena difícil, en realidad solo tienes que sacar tiempo para Dios en la oración junto a tu familia, y Dios comienza a obrar en medio de tu familia.

Aquí te daremos algunos puntos para que te lances en fe hacia la oración. En realidad, no es tan complicado. Lo primordial es decidirte hacer el tiempo para el Señor y emplear la oración en familia. Como es algo que harás con tu familia, recomiendo que te sientes con ellos y compartas tu deseo de empezar la oración en familia. Decidan cuanto tiempo pasarán en oración y cuando empezarán. Si llegan días en que te encuentras solo/a para el tiempo de oración, hazlo de igual manera, intercediendo por los que no están. Ellos luego vendrán y oraràn contigo. Deja todo en manos de Dios y Él actuará.