sábado, 5 de marzo de 2011

GUIA PARA LA CELEBRACION DEL MIERCOLES DE CENIZA




«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado»
(cf. Col 2, 12)


El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento
en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia
de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales,
reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme
compromiso de corresponder a la acción de la Gracia
para ser sus discípulos.

Benedicto XVI

GUÍA PARA LA CELEBRACIÓN



Canto de entrada: Hombre de barro.

Comentario Inicial:
Lector 1:
Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua que iniciamos hoy miércoles de ceniza, nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio el día dichoso de nuestro Bautismo, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones.

Lector 2:
El tiempo que hoy iniciamos y que conocemos con el nombre de Cuaresma es un tiempo que dura hasta el Jueves Santo y en el que intentaremos vivir varias cosas:

1. Redescubrir la importancia y las implicaciones del Sacramento del Bautismo en nuestra vida.
2. Intensificar nuestra comunión con Cristo, en quien fuimos bautizados, para que cuando crucemos la frontera de la muerte podamos vivir sin fin en Él.
3. Sobreponernos frete a la tentación del tener y de la avidez del dinero que debilita la importancia de Dios en nuestra vida.

Hoy, miércoles de Ceniza nos reunimos para celebrar todos juntos el comienzo de estos 40 días mediante el símbolo de la ceniza.

Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, en quien fuimos regenerados por el Bautismo. Participemos con alegría.

Saludo del Ministro:
Señal de la Cruz - fórmula según el misal.

Invitación Penitencial:
Lector 1:
Vamos a hacer juntos algo que los cristianos han hecho desde hace muchos siglos: pedir perdón a Dios. Es verdad que podemos pedir perdón a Dios a solas, en cualquier momento, pero este día es especial, porque lo hacemos juntos, de una manera solemne y oficial, como hermanos que se reúnen junto al Padre Dios rico en Misericordia. Jesús está de un modo también especial con nosotros y nos perdona si de corazón le pedimos perdón.

Responde después de cada petición: Perdón, Señor, Perdón

Ministro:
1. Perdón, Señor, porque hemos aplazado nuestra conversión dejando de lado las múltiples invitaciones que nos haces para cambiar de vida, de proceder y de pensar. R/.

2. Perdón, Señor, por desconocer nuestro Bautismo y actuar según nuestros deseos y pretensiones. R/.

3. Perdón, Señor, por apartarnos de ti, motivados por una falsa piedad o una justicia a medias desconociendo que por el Bautismo somos uno contigo. R/.

4. Perdón, Señor, por creer que nuestro pecado viene de fuera e ignorar que es el resultado de nuestro corazón ambicioso. R/.

5. Perdón, Señor, por nuestra autosuficiencia y descuido de nuestra relación contigo y con los demás. R/.

Ministro:
Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, nos ayude a salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar nuestra realidad bautismal. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Canto: Ten piedad de mí, oh Señor, ten piedad de mí.

ORACIÓN
Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Jesucristo Nuestro Señor.

LITURGIA DE LA PALABRA

Comentario:
Lector 2:
El llamamiento que hace el profeta Joel al pueblo de Dios para una celebración comunitaria de penitencia y su alusión a la conversión íntima nos dispondrán a escuchar la invitación de San Pablo, que nos pide "por Cristo, que nos dejemos reconciliar con Dios», pues «ahora es el día de la salvación». Al ver seguidamente en Jesús con qué espíritu se debe hacer la limosna, la oración y el ayuno, descubriremos que no es la Iglesia quien ha elaborado las diversas modalidades de penitencia, sino que las ha recibido de su Señor.

LECTURA DEL LIBRO DE JOEL 2, 12-18.
Dice el Señor todopoderoso: Convertíos a mi de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones no las vestiduras: Convertíos al Señor Dios vuestro; porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas. Quizá se convierta y se arrepienta y nos deje todavía la bendición, la ofrenda, la libación del Señor nuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba; la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: «Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, no entregues tu heredad al oprobio; no la dominen los gentiles, no se diga entre las naciones: «¿Dónde está su Dios?» Que el Señor sienta celo por su tierra y perdone a su pueblo.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 50.
R/ Misericordia, Señor, hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé.
R/ Misericordia, Señor, hemos pecado.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
R/ Misericordia, Señor, hemos pecado.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará su alabanza.
R/ Misericordia, Señor, hemos pecado.

LECTURA DE LA 2ª CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 5,20-6,2.
Hermanos: Somos embajadores de Cristo, siendo Dios el que por medio nuestro os exhorta; os lo pedimos por Cristo: dejaos reconciliar con Dios. El cual, por nosotros hizo pecado al que no conocía el pecado, para que por él llegáramos a ser justicia de Dios. Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque él dice: «En el tiempo de la gracia te escucho ¡en el día de la salvación te ayudo» Pues mirad: Ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el día de la salvación.
Palabra de Dios.

Canto: Sí, me levantaré.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 6,1-6. 16-18.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha ¡así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que esta en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que esta en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor.

Breve reflexión sobre el sentido de la Ceniza
y el Tiempo de la Cuaresma.

1. La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante en el que la Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor.

2. El Sacramento del Bautismo es un don de Dios que nos otorga la vida eterna; en esta cuaresma debemos ser más conscientes de este regalo precioso que se nos da gratuitamente y por el que vivimos la misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos de Cristo Jesús» (Flp. 2, 5).

3. Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar “con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal”. En efecto desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm. 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

4. El itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.


Bendición e Imposición de la Ceniza

Lector 1:
Cuando quemamos algo ¿qué queda? CENIZA. Las cenizas son nuestros egoísmos y apegos, nuestro deseo desordenado por las cosas materiales, nuestro odio y deseo de venganza.

Lector 2:
La ceniza significa que todo lo anterior lo hemos quemado y que queremos que nazca en nosotros algo nuevo: la paz, la amistad, la solidaridad, el amor, la dulzura, la comprensión... Dispongamos nuestro espíritu y nuestro corazón para este momento de penitencia.

Ministro:
Vamos a quedarnos unos momentos en silencio para rezar pidiéndole a Dios, nuestro Padre, que nos mire con cariño a todos los aquí reunidos y bendiga con su amor esta ceniza que vamos a imponer en nuestra frente como signo de nuestro deseo de cambiar y dejar nuestras actitudes cómodas y egoístas. (Breves momentos de silencio).

Señor Dios, que te apiadas de quienes se humillan y concedes tu paz a los que se arrepienten, escucha con bondad nuestras súplicas y derrama la gracia + de tu bendición sobres estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con un alma purificada, a celebrar la Pascua de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Imposición de la ceniza,
Mientras se impone la ceniza puede cantarse o leer el salmo 50.


ORACIÓN DE LOS FIELES.
Ministro:
Oremos al Padre celestial para que escuche las intenciones y súplicas de su pueblo. Respondemos todos:
Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.

Lector 1:
Te pedimos Señor para que al ser conscientes de nuestro Bautismo, tu Espíritu nos impulse cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, del vínculo egoísta con las cosas de este mundo que nos empobrece y nos impide estar disponibles a Ti y al prójimo.
R/. Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.

Lector 2:
Que al iniciar la cuaresma nos ayudes, Señor, a descubrir que quien está a nuestro lado no es algo sino Alguien, expresión de tu amor y presencia de Tu imagen y semejanza.
R/. Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.

Lector 1:
Que el Señor nos ayude a ser transparentes y sinceros en todas nuestras acciones para poder testimoniar su amor en nuestras vidas.
R/. Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.

Lector 2:
Que en esta cuaresma, Señor, identifiquemos fácilmente la idolatría de los bienes materiales que nos alejan de Ti y de nuestros hermanos, de tal manera que volvamos a Ti, única fuente de la vida.
R/. Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.

Lector 1:
Que cada uno de nosotros, Señor, se esfuerce por intensificar su oración para que encuentre tiempo para Ti, para conocer que “tus palabras no pasarán”, para entrar en íntima comunión contigo, comunión que “nadie podrá quitarnos” y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.
R/. Ten misericordia, Señor, y escucha nuestra oración.


Terminemos este momento de oración diciendo todos juntos la Oración que Cristo nos enseñó para dirigirnos a nuestro Padre Dios: PADRE NUESTRO.

ORACIÓN
Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro, ilumínanos con la luz de tu Palabra y da a tu Iglesia, en este tiempo especial de la Cuaresma, un mejor conocimiento de Cristo para vivir en plenitud tu amistad. Por Jesucristo Nuestro Señor.


MENSAJE DOCTRINAL
PARA EL MIERCOLES DE CENIZA

1. Una religión interior. Religión quiere decir relación justa y debida entre el hombre y Dios. El hombre es un ser "religado", dependiente de Dios, y en este sentido es "religioso". Todas las religiones, de uno u otro modo, son instituciones en que el hombre es ayudado en su dimensión "religiosa", tanto para tomar conciencia de ella como para expresarla en el culto y en la vida.

La religión cristiana es la religión fundada por Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, en la que la relación hombre - Dios logra su máxima interiorización en la vida y en el corazón de un hombre. Una interiorización que es a la vez suprema familiaridad con Dios, hasta el grado de llamarle: Papá. Todos los cristianos somos invitados a reproducir en nosotros, en cuanto es posible humanamente, la interiorización y la familiaridad de Jesucristo en sus relaciones con Dios, su Padre. Sólo cuando hay una verdadera interiorización, las manifestaciones externas de la religión y las diversas prácticas del culto y de la piedad dejan de ser objeto de manipulación por parte de los hombres, dejan de ser pura obligación "religiosa", para convertirse en una necesidad del corazón y de la vida.

Es propio de la experiencia humana que, cuando algo ha calado profundamente en el alma, se sienta la necesidad de manifestarlo y externarlo. Sólo desde la religión interior el paso a las manifestaciones religiosas, a la piedad popular, es verdaderamente auténtico. En efecto, del corazón rasgado nace el impulso interior a la penitencia, el ayuno, la plegaria.

2. Dios mira la intención. Las prácticas religiosas son necesarias, pero si no surgen del corazón, del recinto interior del hombre, son fácilmente manipulables e instrumentalizadas por los hombres al servicio de objetivos egoístas. Jesucristo en el evangelio pone el dedo sobre este punto tan delicado. Ayunar, dar limosna, orar son prácticas buenas en sí, pero se instrumentalizan cuando se llevan a cabo sólo para ser vistos y alabados por los hombres.

A los ojos de los hombres, esos que dan limosna haciendo sonar una trompeta para que todos se enteren, o que oran en las esquinas de las plazas para que todos se den cuenta de que oran y de que saben de memoria largas oraciones, o que ponen cara triste para dar a entender que han ayunado, pueden pasar por hombres sumamente piadosos y santos, pero a Dios ni le engañan ni le pueden engañar. Dios mira el corazón, y ve que su corazón es egoísta, que su ayuno, limosna y oración no surge de un corazón lleno de Dios o al menos de arrepentimiento y deseo de conversión, sino que está lleno de egoísmo.

3. Dejaos reconciliar con Dios. Todo hombre, aunque sea muy religioso, siente que su actuar y su vida no siempre están en paz y reconciliación con Dios. Se da cuenta de que a veces no está religado a Dios, sino que ha roto su relación con Él.

Dejarse reconciliar es volver a aceptar nuestra condición "religiosa", y establecer con Dios las relaciones auténticas: no de enemistad o de odio, sino de amor y de amistad, no de separación o apartamiento sino de cercanía e intimidad.

No somos nosotros quienes nos reconciliamos con Dios, más bien tenemos que dejarnos reconciliar; somos libres para aceptar la reconciliación, pero no para crearla o iniciarla. A nosotros, cristianos, quien nos reconcilia con Dios es nuestro Señor Jesucristo por medio de su cruz y de su gloriosa resurrección.

Por eso, el domingo, en que conmemoramos tales realidades y misterios, es el tiempo propicio para que Jesucristo haga eficaz en nosotros la obra de su reconciliación con el Padre y, derivadamente, con nuestros hermanos los hombres.


Oración para el tiempo de cuaresma.

Padre nuestro, que estás en el Cielo, durante esta época de arrepentimiento, ten misericordia de nosotros. Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras, transforma nuestro egoísmo en generosidad. Abre nuestros corazones a tu Palabra, sana nuestras heridas del pecado, ayúdanos a hacer el bien en este mundo. Que transformemos la obscuridad y el dolor en vida y alegría. Concédenos esto que te pedimos por Nuestro Señor Jesucristo. Amén


Abramos el corazón a las sugerencias
interiores de la gracia.
Que el egoísmo deje lugar al amor para que
podamos experimentar la alegría del perdón
y de la íntima reconciliación con Dios
y con los hermanos.

Beato Juan Pablo II

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