CON LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA, CELEBRAMOS LA LIBERTAD DE LA MUJER.
Libres para vivir con dignidad.
Este es un día maravilloso para pensar y reflexionar entorno a Ustedes Mujeres, que como las más grandes de Colombia en estos doscientos años de Independencia, también hacen historia a través del ejercicio verdadero de su libertad.
El mensaje de hoy para Ustedes es muy digno y tiene que ver con su realización: Libres para vivir con dignidad. Pues no se trata de un libertinaje que conduce al relajo de su ser personas y de la degradación de su género. Ustedes no son más porque las “cosifique más”, ustedes simplemente son porque hacen uso adecuado de su libertad, y llegar a esto es luchar por su dignidad.
Hoy es un día especial para resaltar de manera especial a quienes, conocedoras del mensaje del Evangelio, entendieron que Dios creó al ser humano libre y digno, y por esta razón, no permanecieron indiferentes ante la opresión y la explotación de su pueblo. Ellas pusieron todos sus recursos personales y materiales y algunas, hasta arriesgaron su propia vida por la causa libertaria. Ciertamente habrán sido muchísimas y entre ellas, numerosas religiosas y laicas que aún permanecen anónimas.
A ellas, mujeres silenciosas y heroínas cotidianas, ofrenda permanente de la historia en la construcción de país, cimientos silenciosos y valiosos de nuestra Colombia, les rendimos un tributo sentido y de profundo agradecimiento y reconocimiento por su generosidad y compromiso con la promoción y defensa de la dignidad de tantos niños, familias y comunidades enteras, en la búsqueda de un mejor país.
Un mejor país no se construye con el relajo de las costumbres; con el mal entendido feminismo que vulgarizó a la mujer. Un mejor país no se construye con aquellas mujeres que dejaron su ser y cuerpo al viento como quien toma una hoja seca y la vuelve picadillo. Un mejor país no se construye con una mujer que descaradamente ha convertido su cuerpo en un sepulcro.
En Colombia, por gracia de Dios, encontramos y siempre encontraremos mujeres que han construido país, que se han interesado decididamente por el respeto y la libertad, que sobresalen gracias a su fortaleza, su personalidad recia, su generosidad, su fe a toda prueba, su preocupación por su pueblo y su valentía –que para la época era considerada extraña-, y por ello obtuvieron un lugar en la historia colombiana.
“¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte, si conocieseis el precio de la libertad! Ved que aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más.” Con estas palabras y la ofrenda de su vida Policarpa Salavarrieta se ganó un lugar en la historia colombiana, hoy es la “Heroína”, ejemplo de mujeres grandes y libertarias, de aquellas sin igual que hicieron de su vida una ofrenda para la patria.
Volver la mirada hacia ésta y muchas otras mujeres destacadas a lo largo de la historia debe ayudarnos a reconocer sus luchas y anhelos y a ponerlas en diálogo con los millones de personas que hoy, en Colombia y en el mundo, continúan entregando sus vidas para transformar situaciones de injusticia y opresión.
En esta celebración Internacional del Día de la Mujer, vale la pena preguntar a las presentes
1) ¿Qué han hecho por el ejercicio digno de su libertar?
2) ¿Cuál es el legado que dejarán a las nuevas generaciones?
3) ¿Qué decir de sus actitudes frente a las degradaciones humanas del tiempo presente?
Finalmente y a manera de conclusión quiero dejar este pensamiento que al ser pensado nos conducirá a la búsqueda de la libertad: es prioritario crear en la educación nuevos lenguajes y símbolos que no reduzcan a nadie a la categoría de objeto, sino que rescate el valor de cada ser humano como persona.
¿ESCLAVA YO?, ¡JAMÁS! -
¿ESCLAVO YO?, ¡DE QUÉ?!
En la actualidad tendencias de la moda, las cirugías estéticas, los productos light, los trastornos de la conducta alimentaria, y otras tendencias humanas como el ansia de poder, el apego al dinero o a la belleza física, entre otras, están siendo validadas por los imaginarios sociales de una mal entendida “modernidad”.
Pero, no tener el suficiente autocontrol sobre estos aspectos genera muchas dificultades para un sano y armónico desarrollo integral y crea dependencias, al punto de encontrar nuevas formas de esclavitud individual, pretendiendo con ello cumplir con unos patrones impuestos por una sociedad altamente consumista y egoísta.
Muchas de esas nuevas esclavitudes llegan al punto de convertirse en adicciones. Y entran en este listado las adicciones a sustancias psicoactivas, al alcohol, al tabaco, a los juegos de azar (ludopatía), las relacionadas con la comida (anorexia y bulimia), a las nuevas tecnologías (tecnopatía) entre las más destacadas. Todas ellas lesionan la dignidad personal y requieren de acompañamientos profesionales para poder ser superadas.
A esta situación se suma el estereotipo finamente marcado por los medios masivos de comunicación social de mujeres y hombres que consiguen altas sumas de dinero comerciando su propio cuerpo y es el caso de “las mujeres y hombres prepago”, quienes ofrecen sus servicios sexuales por diversos medios, entre los cuales el más utilizado es el Internet.
Por esta razón es prioritario “crear en la educación nuevos lenguajes y símbolos que no reduzcan a nadie a la categoría de objeto, sino que rescate el valor de cada ser humano como persona, y evitar en los programas educativos los contenidos que discriminan a la mujer, reduciendo su dignidad e identidad. Es importante poner en práctica programas de educación para el amor y educación sexual en la perspectiva cristiana, buscar caminos para que se den entre el varón y la mujer relaciones interpersonales basadas en el mutuo respeto y aprecio, el reconocimiento de las diferencias, el diálogo y la reciprocidad” (Documento de Santo Domingo, No. 109)
En definitiva, al pretender despojarnos de años de esclavitud en otras áreas, hemos caído en el grave error de generar cadenas más poderosas pero aparentemente imperceptibles. Estamos llamadas y llamados a reevaluar todos estos encadenamientos que ha traído consigo la posmodernidad y batallar para romperlos de manera definitiva a fin de recobrar así la verdadera libertad y autonomía que nos permitirá alcanzar nuestra plena realización como hombres o como mujeres.
Libres para vivir con dignidad.
Este es un día maravilloso para pensar y reflexionar entorno a Ustedes Mujeres, que como las más grandes de Colombia en estos doscientos años de Independencia, también hacen historia a través del ejercicio verdadero de su libertad.
El mensaje de hoy para Ustedes es muy digno y tiene que ver con su realización: Libres para vivir con dignidad. Pues no se trata de un libertinaje que conduce al relajo de su ser personas y de la degradación de su género. Ustedes no son más porque las “cosifique más”, ustedes simplemente son porque hacen uso adecuado de su libertad, y llegar a esto es luchar por su dignidad.
Hoy es un día especial para resaltar de manera especial a quienes, conocedoras del mensaje del Evangelio, entendieron que Dios creó al ser humano libre y digno, y por esta razón, no permanecieron indiferentes ante la opresión y la explotación de su pueblo. Ellas pusieron todos sus recursos personales y materiales y algunas, hasta arriesgaron su propia vida por la causa libertaria. Ciertamente habrán sido muchísimas y entre ellas, numerosas religiosas y laicas que aún permanecen anónimas.
A ellas, mujeres silenciosas y heroínas cotidianas, ofrenda permanente de la historia en la construcción de país, cimientos silenciosos y valiosos de nuestra Colombia, les rendimos un tributo sentido y de profundo agradecimiento y reconocimiento por su generosidad y compromiso con la promoción y defensa de la dignidad de tantos niños, familias y comunidades enteras, en la búsqueda de un mejor país.
Un mejor país no se construye con el relajo de las costumbres; con el mal entendido feminismo que vulgarizó a la mujer. Un mejor país no se construye con aquellas mujeres que dejaron su ser y cuerpo al viento como quien toma una hoja seca y la vuelve picadillo. Un mejor país no se construye con una mujer que descaradamente ha convertido su cuerpo en un sepulcro.
En Colombia, por gracia de Dios, encontramos y siempre encontraremos mujeres que han construido país, que se han interesado decididamente por el respeto y la libertad, que sobresalen gracias a su fortaleza, su personalidad recia, su generosidad, su fe a toda prueba, su preocupación por su pueblo y su valentía –que para la época era considerada extraña-, y por ello obtuvieron un lugar en la historia colombiana.
“¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte, si conocieseis el precio de la libertad! Ved que aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más.” Con estas palabras y la ofrenda de su vida Policarpa Salavarrieta se ganó un lugar en la historia colombiana, hoy es la “Heroína”, ejemplo de mujeres grandes y libertarias, de aquellas sin igual que hicieron de su vida una ofrenda para la patria.
Volver la mirada hacia ésta y muchas otras mujeres destacadas a lo largo de la historia debe ayudarnos a reconocer sus luchas y anhelos y a ponerlas en diálogo con los millones de personas que hoy, en Colombia y en el mundo, continúan entregando sus vidas para transformar situaciones de injusticia y opresión.
En esta celebración Internacional del Día de la Mujer, vale la pena preguntar a las presentes
1) ¿Qué han hecho por el ejercicio digno de su libertar?
2) ¿Cuál es el legado que dejarán a las nuevas generaciones?
3) ¿Qué decir de sus actitudes frente a las degradaciones humanas del tiempo presente?
Finalmente y a manera de conclusión quiero dejar este pensamiento que al ser pensado nos conducirá a la búsqueda de la libertad: es prioritario crear en la educación nuevos lenguajes y símbolos que no reduzcan a nadie a la categoría de objeto, sino que rescate el valor de cada ser humano como persona.
¿ESCLAVA YO?, ¡JAMÁS! -
¿ESCLAVO YO?, ¡DE QUÉ?!
En la actualidad tendencias de la moda, las cirugías estéticas, los productos light, los trastornos de la conducta alimentaria, y otras tendencias humanas como el ansia de poder, el apego al dinero o a la belleza física, entre otras, están siendo validadas por los imaginarios sociales de una mal entendida “modernidad”.
Pero, no tener el suficiente autocontrol sobre estos aspectos genera muchas dificultades para un sano y armónico desarrollo integral y crea dependencias, al punto de encontrar nuevas formas de esclavitud individual, pretendiendo con ello cumplir con unos patrones impuestos por una sociedad altamente consumista y egoísta.
Muchas de esas nuevas esclavitudes llegan al punto de convertirse en adicciones. Y entran en este listado las adicciones a sustancias psicoactivas, al alcohol, al tabaco, a los juegos de azar (ludopatía), las relacionadas con la comida (anorexia y bulimia), a las nuevas tecnologías (tecnopatía) entre las más destacadas. Todas ellas lesionan la dignidad personal y requieren de acompañamientos profesionales para poder ser superadas.
A esta situación se suma el estereotipo finamente marcado por los medios masivos de comunicación social de mujeres y hombres que consiguen altas sumas de dinero comerciando su propio cuerpo y es el caso de “las mujeres y hombres prepago”, quienes ofrecen sus servicios sexuales por diversos medios, entre los cuales el más utilizado es el Internet.
Por esta razón es prioritario “crear en la educación nuevos lenguajes y símbolos que no reduzcan a nadie a la categoría de objeto, sino que rescate el valor de cada ser humano como persona, y evitar en los programas educativos los contenidos que discriminan a la mujer, reduciendo su dignidad e identidad. Es importante poner en práctica programas de educación para el amor y educación sexual en la perspectiva cristiana, buscar caminos para que se den entre el varón y la mujer relaciones interpersonales basadas en el mutuo respeto y aprecio, el reconocimiento de las diferencias, el diálogo y la reciprocidad” (Documento de Santo Domingo, No. 109)
En definitiva, al pretender despojarnos de años de esclavitud en otras áreas, hemos caído en el grave error de generar cadenas más poderosas pero aparentemente imperceptibles. Estamos llamadas y llamados a reevaluar todos estos encadenamientos que ha traído consigo la posmodernidad y batallar para romperlos de manera definitiva a fin de recobrar así la verdadera libertad y autonomía que nos permitirá alcanzar nuestra plena realización como hombres o como mujeres.
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