“Si tú conviertes tu corazón a Dios y tiendes tus manos hacia Él, si alejas la iniquidad que hay en tu mano y no dejas que more en tu casa la injusticia, entonces alzarás tu frente limpia, te sentirás firme y sin temor. Dejarás tu dolor en el olvido y como agua pasada por tus dedos lo recordarás. Y más radiante que el mediodía surgirá tu vida, como la mañana será la oscuridad. Vivirás seguro porque habrá esperanza, aun después de confundido te acostarás tranquilo. Cuando descanses, nadie te perturbará, y apreciarán mucho tu vida. Pero los ojos de los malvados pierden su brillo, todo refugio les fracasa; su esperanza es el último suspiro". Job 11,13-20
1. De muchas maneras el Señor nos invita a llevar una vida según su Plan de Salvación; en su Palabra encontramos insistentemente la invitación a la conversión y al cambio de vida, éstas implican un cambio de mentalidad y una actitud que se sustenta en los principios y valores que se desprenden del Evangelio.
2. De nuestra experiencia de fe se vale Dios para invitar a otros a vivir en su amor misericordioso; quienes nos ven “como a los hermanos mayores” sólo esperan que seamos ecuánimes, que nuestro ser, pensar y actuar se ajuste a todo lo que leemos en la Palabra de Dios y consideramos como norma de vida.
3. No esperemos que los otros cambien, iniciemos esa tarea tan ardua pero tan bien recompensada con las actitudes y comportamientos que consideramos más sencillas y humildes. Los grandes conversos de la historia iniciaron su proceso de cambio con una sonrisa, una oración, mayor sensibilidad por lo humano hasta llegar a dejarlo todo por amor a Dios y por el servicio desinteresado a los demás.
4. El HOY es nuestra mejor oportunidad para cambiar nuestra vida presente y determinar la futura, hagamos nuestro mejor esfuerzo para que nuestro corazón no esté mustio, nuestros ojos no dejen de brillar y permanezca en nuestra vida la “alegre esperanza de la resurrección gloriosa en Cristo, el Señor.
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