PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ EN EL AÑO DE LA FE
Primera
palabra
“Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen” (Luc. 23,34)
Tema: La fe que conduce al Perdón.
La
primera palabra de Jesús en la cruz evidencia no sólo la realidad espiritual de
ese momento, sino que plasma también la nuestra. Colgar a Cristo del madero de
la cruz es desconocer su misión en medio de nosotros: Se desconoció y seguimos desconociendo
que él es la “fuerza de salvación” que
nos libra del temor, así lo dice el evangelista Lucas: “Para que libres de
temor y arrancados de nuestros enemigos le sirvamos con santidad y justicia
todos nuestros días”. Cristo es la fuente de nuestra libertad y el pecado
ha hecho que ignoremos que sólo por Él alcanzaremos la libertad de los hijos de
Dios.
Ignorar
a Cristo es dejarse contagiar de “doctrinas
llamativas y extrañas”, es permitir una experiencia religiosa de bolsillo
que no implique una adhesión definitiva al Evangelio y a la vivencia de las
virtudes que de él se desprenden. El Señor sigue siendo crucificado porque en muchos
lugares su evangelio es sacado de contexto y adaptado para justificar situaciones
de pecado.
La
ignorancia y desconocimiento de Cristo, del que nos habló de la Misericordia
infinita de Dios, nos conduce al error que tiene matices de odios, venganzas y
malos tratos. Desde la cruz el Señor nos dejó como signo de fe verdadera el
perdón como dimensión característica de sus más fervientes discípulos. No
perdonar es descalificar el acto sublime de Jesús que nos demostró desde la
cruz, que el perdón hace parte de los bienes del Reino anunciado por Él; del
perdón se desprende el amor, la justicia y la paz.
Cristo
es el “señor del perdón”; lo predicó y lo vivió, lo incorporó a la vida
ordinaria de sus discípulos y en el año de la fe estamos llamados e invitados
por el mismo Jesús a identificar quien o quienes necesitan de nuestra
comprensión o de nuestro perdón, o por el contrario, quienes están distantes de
nosotros y, en conciencia debemos pedirles perdón.
El
evangelista Mateo nos interpela acerca del perdón que pedimos y del que estamos
dispuestos a dar: “Queda bien claro que
si ustedes perdonan las ofensas a los hombres, también el Padre celestial los
perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el
Padre les perdonará a ustedes” (5,7). Una fe madura es fuente de perdón,
cuando es sólo un sentimiento de momento se nos impondrán los odios y los
rencores que laceran el alma y oscurecen la grandeza de creer en el Señor de la
vida y fuente de toda bendición.
Por
la fe el corazón se habilita para tener con los demás los mismos sentimientos y
acciones que imploramos a Dios para nosotros, dice el evangelista Mateo que es
bienaventurado todo aquel que es misericordioso, y, el apóstol Pablo nos
exhorta a perdonarnos unos a otros, así como Cristo nos perdonó. (Cfr. Mt.
6,14. Col. 3,13)
Esta
palabra del Señor en la cruz es sin duda una invitación a dejar todo aquello
que nos impide ver a Dios y nos aleja de la experiencia cristiana del perdón.
Hoy, en la meditación de la muerte del Señor, debemos decir con un corazón
humilde: Perdón, Señor, por no seguir tu Palabra, por una fe débil, por no dar
a los demás lo que diariamente te pedimos.
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