miércoles, 2 de diciembre de 2009


Diciembre 19. Día Cuarto.
El Sacerdote y la Eucaristía.

El Sacerdote tiene que ser antes de todo adorador y contemplativo de la Eucaristía, Ella es el culmen de la vida cristiana y de Ella se desprende el amor que transforma la humanidad. Cuando el Sacerdote preside la Eucaristía está haciendo las veces de Cristo que se entrega nueva y totalmente por cada uno de nosotros. Ver al Sacerdote en la Eucaristía, es ver al mismo Jesús en la tarde del Jueves y del Viernes santo, cuando se entrega libremente por nuestra salvación. Sin sacerdotes no tendríamos la Eucaristía. Él por la gracia de su ordenación sacerdotal tiene la dignidad de consagrar el Pan y el Vino convirtiéndolos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo para la humanidad entera.

Niño Jesús, te pedimos, para que aumentes en nuestros sacerdotes su amor a la Eucaristía, pues en la medida que celebre con mayor amor y devoción, en esa misma medida será su eficacia, para él y para los otros. Será mayor la gracia recibida cuanto más la viva con fe profunda, amor ardiente y fervoroso espíritu de plegaria. Amén.

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