ALGUNOS APUNTES SOBRE LA SANTIDAD
Amigo Lector:
JUNTOS DESEAMOS LA SANTIDAD
Dios quiere para todos sus hijos La Santidad. Por esta razón aprovecho la celebración de la Conmemoración de Todos los Santos (Noviembre 1º) para presentarte unas cortas ideas sobre la santidad cristiana y cómo podemos ser santos. Recuerdo aquella máxima de San Ignacio de Loyola que al conocer la vida de los santos dijo: “¿Si ellos pudieron por qué yo no?”
Se conoce de la vida de san Ignacio el siguiente episodio:
Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.
Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración. En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo y otros? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?".
LA SANTIDAD CRISTIANA
Seguramente que te han presentado algunas ideas de la santidad y en esa presentación se ha notado algo de tristeza y aburrimiento, pues la mayoría de las imágenes que tenemos de los santos parecieran ser personas aburridas y aburridoras, con la mirada perdida, caprichosas y muy exigentes. Ver los santos de esta manera es pensar que la vida santa es aburrida: Un santo triste es un triste santo.
Lo primero que debemos considerar es ¿qué es la santidad? Trataré de decírtelo con algo sencillo.
"La santidad consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, y confiados -aun con nuestro cuerpo- en su bondad paternal"decía y vivía Santa Teresita de Lesieux.
Antes de Jesús, el pueblo de Israel comprendió que ser santo era estar separado de lo secular o profano y dedicado al servicio de Dios. El pueblo de Israel se conocía como santo por ser el pueblo de Dios dedicado a su servicio.
Para el ser humano la santidad se manifiesta en algo muy concreto: Los seres humanos son santos cuando se apartan del pecado y viven según la voluntad de Dios. Para ser santo sólo se requiere ser bueno y hacerlo todo con bondad.
La santidad encuentra en el Señor Jesucristo su más perfecta expresión (por decirlo de alguna manera)
Jesús es EL SANTO que santifica a todos quienes a Él se acercan. A propósito nos dice la Iglesia: “El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48). Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro de su estado”. (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 40.42).
Para ser santo no es necesario dejar de hacer aquello que nos gusta hacer y para lo que Dios nos ha dado capacidades y aptitudes, la santidad se vive en la cotidianidad.
LIBRES PARA SER SANTOS
La santidad es respuesta del hombre a la invitación que el Señor Jesús le hace, podemos decir que la Santidad es obra de Jesús pero Él no se impone. Requiere la respuesta libre del hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de la gracia para vencer la tendencia de la carne, que en palabras del Apóstol Pablo “conduce a la muerte”: “Pues si viven según la carne, van a la muerte; pero si con el Espíritu dan muerte a las obras del cuerpo, vivirán” (Romanos 8,13). La santidad es vida plena en Cristo.
PERSEVERANCIA, DETERMINACION Y PACIENCIA
Para llegar a la santidad se hace necesario trabajar y perseverar en el deseo de serlo. Notarás que muchos que conoces se entusiasman por Cristo, por ser como Él, por vivir la santidad, pero como la semilla que cae en mala tierra, no perseveran, se dan a sí mismos "permiso" para aflojarse y pronto se quedan atados a los gustos y preocupaciones que desplazan a Dios del centro de sus vidas.
Decía san José María: “Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? “-¿No? -Entonces no quieres”. Pues “¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mateo 16,26).
La santidad no se consigue a la vuelta de la esquina, ni la venden en pequeñas dosis, ella es un camino, un proceso, un proyecto realizable en la vida diaria, es lucha de toda una vida, decía santa Teresa: “Aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera”.
Esta “camino” necesita además de la perseverancia, mucha paciencia, pues no podemos pretender desterrar en un solo día tantos malos hábitos como hemos adquirido, por el poco cuidado que tuvimos de nuestra salud espiritual; así mismo la esperanza será nuestra mejor aliada para este propósito, pues si esta faltara, no seguiremos en la lucha. Creer que la santidad es inalcanzable es una gran tentación. ¡Es mentira! Es escapismo. Sí podemos ser santos porque Dios da la gracia y los medios. Dios no falla. Muchos han sido los grandes pecadores que llegaron a ser santos basta con leer la vida de San Pablo y San Pedro y los Hechos de los Apóstoles para ver la obra del Espíritu en las almas que buscan la santidad.
EL ENEMIGO Y LOS OBSTÁCULOS
En la vida ordinario podemos encontrar algunos obstáculos que nos alejan de nuestro propósito de ser santos, tenemos un enemigo muy poderoso: El Diablo, él no descansa y se empeña en alejarnos del amor de Dios: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1ª Pedro, 5,8).
Ser santo es sencillo, pero requiere de mucha valentía, coraje y fortaleza, porque no es algo que "esté de moda" y que el ambiente te ayude a conseguir. Por el contrario, si quieres de verdad llegar a ser santo, encontrarás miles de obstáculos en el camino, empezando por ti mismo, consideremos algunos:
1. Tu pasión dominante o "talón de Aquiles". Si observas un poco tu vida, encontrarás que miles de veces no has respondido como Dios lo esperaba de ti. Frente al llamado que te hace Dios a la perfección, encontrarás en tu vida presunciones, desesperaciones, perezas, enojos, riñas, odios, gula, impurezas, supersticiones, mentiras, venganzas y omisiones. Luchar contra todo esto a la vez puede resultar imposible, como si trataras de matar a miles de mosquitos dando golpes con una espada en el aire. Lo que tienes que encontrar es la raíz de estas caídas, tu talón de Aquiles, el nido de donde provienen los mosquitos, y arremeter contra él con todas tus fuerzas. Algunos tienen este defecto dominante en los ojos, otros en la lengua, otros en la imaginación. Si de verdad quieres ser santo, deberás descubrir cuál es el origen de tus pasiones dominantes.
2. El desánimo. Tal vez empieces a recorrer el camino hacia la santidad con grandes ilusiones, pero debes estar consciente de que vas a caer mil veces y vas a tener que levantarte otras tantas. El desánimo es “guillotina de santos”; no permitas que se apodere de tu vida y te haga decir o pensar que no sirves para eso, que tienes demasiados defectos, que no eres capaz. Todos los santos han tenido defectos y fallos, pero su santidad ha consistido en saber levantarse a tiempo y seguir adelante.
3. El agobio del trabajo. Puede ser también que al darte cuenta de las necesidades que tiene la Iglesia, de los problemas que existen en el mundo, te sientas agobiado, como si te encontraras solo con una pala ante la misión de trasladar una montaña a otro lugar. El agobio te vuelve ineficaz y eso no lo quiere Dios. Hay mucho trabajo que hacer, pero debes empezar por lo que a ti te corresponde, en el estado y condición de vida en donde Dios te ha puesto. Si trabajas en lo que debes, Dios se encargará de lo demás. El agobio es el mismo que sintieron los apóstoles cuando Cristo les dijo que sentaran a las cinco mil personas y les dieran de comer. Los apóstoles pudieron conseguir solamente cinco panes y dos peces y Jesús hizo lo demás y todos quedaron saciados.
4. El pesimismo. Los pesimistas no pueden ser apóstoles y mucho menos santos. Los pesimistas se quejan de su trabajo, de los pocos frutos que obtienen, de sus achaques, de sus problemas, del calor y del frío. El pesimista hace insoportable la vida a los demás, pues su tristeza se contagia. Los santos son alegres y optimistas, nada puede nublar su cara, pues saben que están en las manos de Dios, que es todopoderoso y que los ama.
5. La rutina. Tal vez tu vida te parezca aburrida por ser igual a la del resto de los hombres que pueblan el mundo. ¿En qué se diferencia tu vida de la del resto del mundo? ¿En qué te distingues tú, que quieres ser santo? Hay una frase que dice: “Con las mismas piedras se puede adoquinar una calle o construir una catedral”. Así es tu vida, tienes las mismas herramientas que cualquier otra persona de tu condición, pero si vives con rutina solamente verás piedras en las piedras. En cambio, si desechas la rutina, podrás ver en cada piedra la posibilidad de construir una catedral; empezarás a descubrir los milagros que Dios realiza frente a ti a cada momento. El secreto está en mantenerte en contacto con Dios para ver todo con ojos de Dios.
6. El “aborregamiento”. Si observas a los borregos, verás que caminan en el anonimato: con las orejas caídas sin mirar al cielo; viendo mecánicamente al que va delante de ellos. Un santo nunca puede caminar como borrego, en medio de la multitud haciendo lo que los otros hacen. Tú eres diferente de los demás y no debes tener miedo de comportarte de manera diferente a los otros, que sólo reaccionan ante el aullido del coyote o el silbido del pastor. Para ser santo debes dejar de ser borrego; atreverte a caminar contra corriente en tu estilo de vestir, de divertirte, de hablar y de pensar, comportándote como lo que eres: un hijo de Dios.
7. Las omisiones. Los santos no saben cruzar los brazos con una sonrisa y encogerse de hombros para contemplar cómo los demás caminan por senderos erróneos. Los santos están alerta para corregir, defender, enmendar los daños que otros puedan provocar; los santos buscan la ocasión de ayudar, no esperan que ésta les caiga encima, no se quejan de la situación del mundo: sino que luchan por hacerla mejor.
BENEDICTO XVI
Ahora te propongo una enseñanza del Papa Benedicto XVI acerca de la Santidad como Virtud Heroica. Nos dice:
Virtud heroica no quiere decir que el santo sea una especie de «gimnasta» de la santidad, que realiza unos ejercicios inasequibles para las personas normales. Quiere decir, por el contrario, que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. Quizá, en el fondo, se trate de una cuestión terminológica, porque el adjetivo «heroico» ha sido con frecuencia mal interpretado. Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosas grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. Con otras palabras, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad.
Quien tiene esta vinculación con Dios, quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él, puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace la valentía de responder a los retos del mundo de hoy.
Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI), L'Osservatore Romano» (6 de octubre de 2002).
El cristiano, «ya es santo, pues el Bautismo le une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo tiene que llegar a ser santo, conformándose con Él cada vez más íntimamente».
«A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, ¡llegar a ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir, de cada hombre!».
«Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa “semejanza” a Él, según la cual, han sido creados»
«todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad».
«Dios les invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El “Camino” es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre si no por Él».
S.S. Benedicto XVI, 1 nov, 2007:
A MANERA DE CONCLUSION
Termino es corto mensaje con algunas ideas de la Madre Angélica; seguro te servirán para hacer realidad tu deseo y el mío: Ser Santos.
Amigo Lector:
JUNTOS DESEAMOS LA SANTIDAD
Dios quiere para todos sus hijos La Santidad. Por esta razón aprovecho la celebración de la Conmemoración de Todos los Santos (Noviembre 1º) para presentarte unas cortas ideas sobre la santidad cristiana y cómo podemos ser santos. Recuerdo aquella máxima de San Ignacio de Loyola que al conocer la vida de los santos dijo: “¿Si ellos pudieron por qué yo no?”
Se conoce de la vida de san Ignacio el siguiente episodio:
Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.
Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración. En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo y otros? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?".
LA SANTIDAD CRISTIANA
Seguramente que te han presentado algunas ideas de la santidad y en esa presentación se ha notado algo de tristeza y aburrimiento, pues la mayoría de las imágenes que tenemos de los santos parecieran ser personas aburridas y aburridoras, con la mirada perdida, caprichosas y muy exigentes. Ver los santos de esta manera es pensar que la vida santa es aburrida: Un santo triste es un triste santo.
Lo primero que debemos considerar es ¿qué es la santidad? Trataré de decírtelo con algo sencillo.
"La santidad consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, y confiados -aun con nuestro cuerpo- en su bondad paternal"decía y vivía Santa Teresita de Lesieux.
Antes de Jesús, el pueblo de Israel comprendió que ser santo era estar separado de lo secular o profano y dedicado al servicio de Dios. El pueblo de Israel se conocía como santo por ser el pueblo de Dios dedicado a su servicio.
Para el ser humano la santidad se manifiesta en algo muy concreto: Los seres humanos son santos cuando se apartan del pecado y viven según la voluntad de Dios. Para ser santo sólo se requiere ser bueno y hacerlo todo con bondad.
La santidad encuentra en el Señor Jesucristo su más perfecta expresión (por decirlo de alguna manera)
Jesús es EL SANTO que santifica a todos quienes a Él se acercan. A propósito nos dice la Iglesia: “El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48). Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro de su estado”. (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 40.42).
Para ser santo no es necesario dejar de hacer aquello que nos gusta hacer y para lo que Dios nos ha dado capacidades y aptitudes, la santidad se vive en la cotidianidad.
LIBRES PARA SER SANTOS
La santidad es respuesta del hombre a la invitación que el Señor Jesús le hace, podemos decir que la Santidad es obra de Jesús pero Él no se impone. Requiere la respuesta libre del hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de la gracia para vencer la tendencia de la carne, que en palabras del Apóstol Pablo “conduce a la muerte”: “Pues si viven según la carne, van a la muerte; pero si con el Espíritu dan muerte a las obras del cuerpo, vivirán” (Romanos 8,13). La santidad es vida plena en Cristo.
PERSEVERANCIA, DETERMINACION Y PACIENCIA
Para llegar a la santidad se hace necesario trabajar y perseverar en el deseo de serlo. Notarás que muchos que conoces se entusiasman por Cristo, por ser como Él, por vivir la santidad, pero como la semilla que cae en mala tierra, no perseveran, se dan a sí mismos "permiso" para aflojarse y pronto se quedan atados a los gustos y preocupaciones que desplazan a Dios del centro de sus vidas.
Decía san José María: “Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? “-¿No? -Entonces no quieres”. Pues “¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mateo 16,26).
La santidad no se consigue a la vuelta de la esquina, ni la venden en pequeñas dosis, ella es un camino, un proceso, un proyecto realizable en la vida diaria, es lucha de toda una vida, decía santa Teresa: “Aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera”.
Esta “camino” necesita además de la perseverancia, mucha paciencia, pues no podemos pretender desterrar en un solo día tantos malos hábitos como hemos adquirido, por el poco cuidado que tuvimos de nuestra salud espiritual; así mismo la esperanza será nuestra mejor aliada para este propósito, pues si esta faltara, no seguiremos en la lucha. Creer que la santidad es inalcanzable es una gran tentación. ¡Es mentira! Es escapismo. Sí podemos ser santos porque Dios da la gracia y los medios. Dios no falla. Muchos han sido los grandes pecadores que llegaron a ser santos basta con leer la vida de San Pablo y San Pedro y los Hechos de los Apóstoles para ver la obra del Espíritu en las almas que buscan la santidad.
EL ENEMIGO Y LOS OBSTÁCULOS
En la vida ordinario podemos encontrar algunos obstáculos que nos alejan de nuestro propósito de ser santos, tenemos un enemigo muy poderoso: El Diablo, él no descansa y se empeña en alejarnos del amor de Dios: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1ª Pedro, 5,8).
Ser santo es sencillo, pero requiere de mucha valentía, coraje y fortaleza, porque no es algo que "esté de moda" y que el ambiente te ayude a conseguir. Por el contrario, si quieres de verdad llegar a ser santo, encontrarás miles de obstáculos en el camino, empezando por ti mismo, consideremos algunos:
1. Tu pasión dominante o "talón de Aquiles". Si observas un poco tu vida, encontrarás que miles de veces no has respondido como Dios lo esperaba de ti. Frente al llamado que te hace Dios a la perfección, encontrarás en tu vida presunciones, desesperaciones, perezas, enojos, riñas, odios, gula, impurezas, supersticiones, mentiras, venganzas y omisiones. Luchar contra todo esto a la vez puede resultar imposible, como si trataras de matar a miles de mosquitos dando golpes con una espada en el aire. Lo que tienes que encontrar es la raíz de estas caídas, tu talón de Aquiles, el nido de donde provienen los mosquitos, y arremeter contra él con todas tus fuerzas. Algunos tienen este defecto dominante en los ojos, otros en la lengua, otros en la imaginación. Si de verdad quieres ser santo, deberás descubrir cuál es el origen de tus pasiones dominantes.
2. El desánimo. Tal vez empieces a recorrer el camino hacia la santidad con grandes ilusiones, pero debes estar consciente de que vas a caer mil veces y vas a tener que levantarte otras tantas. El desánimo es “guillotina de santos”; no permitas que se apodere de tu vida y te haga decir o pensar que no sirves para eso, que tienes demasiados defectos, que no eres capaz. Todos los santos han tenido defectos y fallos, pero su santidad ha consistido en saber levantarse a tiempo y seguir adelante.
3. El agobio del trabajo. Puede ser también que al darte cuenta de las necesidades que tiene la Iglesia, de los problemas que existen en el mundo, te sientas agobiado, como si te encontraras solo con una pala ante la misión de trasladar una montaña a otro lugar. El agobio te vuelve ineficaz y eso no lo quiere Dios. Hay mucho trabajo que hacer, pero debes empezar por lo que a ti te corresponde, en el estado y condición de vida en donde Dios te ha puesto. Si trabajas en lo que debes, Dios se encargará de lo demás. El agobio es el mismo que sintieron los apóstoles cuando Cristo les dijo que sentaran a las cinco mil personas y les dieran de comer. Los apóstoles pudieron conseguir solamente cinco panes y dos peces y Jesús hizo lo demás y todos quedaron saciados.
4. El pesimismo. Los pesimistas no pueden ser apóstoles y mucho menos santos. Los pesimistas se quejan de su trabajo, de los pocos frutos que obtienen, de sus achaques, de sus problemas, del calor y del frío. El pesimista hace insoportable la vida a los demás, pues su tristeza se contagia. Los santos son alegres y optimistas, nada puede nublar su cara, pues saben que están en las manos de Dios, que es todopoderoso y que los ama.
5. La rutina. Tal vez tu vida te parezca aburrida por ser igual a la del resto de los hombres que pueblan el mundo. ¿En qué se diferencia tu vida de la del resto del mundo? ¿En qué te distingues tú, que quieres ser santo? Hay una frase que dice: “Con las mismas piedras se puede adoquinar una calle o construir una catedral”. Así es tu vida, tienes las mismas herramientas que cualquier otra persona de tu condición, pero si vives con rutina solamente verás piedras en las piedras. En cambio, si desechas la rutina, podrás ver en cada piedra la posibilidad de construir una catedral; empezarás a descubrir los milagros que Dios realiza frente a ti a cada momento. El secreto está en mantenerte en contacto con Dios para ver todo con ojos de Dios.
6. El “aborregamiento”. Si observas a los borregos, verás que caminan en el anonimato: con las orejas caídas sin mirar al cielo; viendo mecánicamente al que va delante de ellos. Un santo nunca puede caminar como borrego, en medio de la multitud haciendo lo que los otros hacen. Tú eres diferente de los demás y no debes tener miedo de comportarte de manera diferente a los otros, que sólo reaccionan ante el aullido del coyote o el silbido del pastor. Para ser santo debes dejar de ser borrego; atreverte a caminar contra corriente en tu estilo de vestir, de divertirte, de hablar y de pensar, comportándote como lo que eres: un hijo de Dios.
7. Las omisiones. Los santos no saben cruzar los brazos con una sonrisa y encogerse de hombros para contemplar cómo los demás caminan por senderos erróneos. Los santos están alerta para corregir, defender, enmendar los daños que otros puedan provocar; los santos buscan la ocasión de ayudar, no esperan que ésta les caiga encima, no se quejan de la situación del mundo: sino que luchan por hacerla mejor.
BENEDICTO XVI
Ahora te propongo una enseñanza del Papa Benedicto XVI acerca de la Santidad como Virtud Heroica. Nos dice:
Virtud heroica no quiere decir que el santo sea una especie de «gimnasta» de la santidad, que realiza unos ejercicios inasequibles para las personas normales. Quiere decir, por el contrario, que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. Quizá, en el fondo, se trate de una cuestión terminológica, porque el adjetivo «heroico» ha sido con frecuencia mal interpretado. Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosas grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. Con otras palabras, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad.
Quien tiene esta vinculación con Dios, quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él, puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace la valentía de responder a los retos del mundo de hoy.
Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI), L'Osservatore Romano» (6 de octubre de 2002).
El cristiano, «ya es santo, pues el Bautismo le une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo tiene que llegar a ser santo, conformándose con Él cada vez más íntimamente».
«A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, ¡llegar a ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir, de cada hombre!».
«Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa “semejanza” a Él, según la cual, han sido creados»
«todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad».
«Dios les invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El “Camino” es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre si no por Él».
S.S. Benedicto XVI, 1 nov, 2007:
A MANERA DE CONCLUSION
Termino es corto mensaje con algunas ideas de la Madre Angélica; seguro te servirán para hacer realidad tu deseo y el mío: Ser Santos.
¿POR QUÉ SER SANTO?
¡Porque Dios te ama!Tú eres precioso para Él.Tú le perteneces a Él.Él te amó antes de que existiera el tiempo. Él es tu Padre.Tú lo necesitas.
¿ALGUNAS SUGERENCIAS PARA ALCANZAR LA SANTIDAD?
1. Mira a Cristo en el momento presente.2. Cambia toda situación desagradable para bien de tu alma.3. Comprende el temperamento de tu prójimo. 4. Permanece unido a la voluntad de Dios. 5. Elige a Dios por encima de ti. 6. Imita a Jesús.7. Visita a Jesús frecuentemente en el Santísimo Sacramento.8. Practica la virtud.9. Recibe los sacramentos con frecuencia. 10. Trata de estar consciente de Su presencia.
¿QUÉ DEBO HACER PARA SERSANTO?
Sé fiel a tu estado de vida.Sé fiel a la Santa Madre Iglesia—a los preceptos, los sacramentos, los mandamientos, la doctrina, la enseñanza.Lee la palabra de Dios y otras lecturas espirituales.Observa las bienaventuranzas—compendio de la santidad.Ama e interésate. Permite que Jesús resplandezca a través de ti.Ora.
¿DÓNDE ESTÁ TU FORTALEZA PARA SER SANTO?
En la misericordia del PadreEn la Preciosa Sangre de Jesús En el poder del EspírituEn la intercesión de María, nuestra Madre En la protección de los ángeles En la EucaristíaEn Su cruz
ESPERO TU RESPUESTA
Me gustaría conocer tus sentimientos acerca de esta invitación que con tanto cariño te hago.
Fraternalmente,
Padre Diego León Ruiz Franco.
padrediegoleon@hotmail.com
www.diegoleruiz.blogspot.com
P.D.
Si estas ideas las puedes compartir con otras personas, creo que harías bien y serían de mucha utilidad.
¡Porque Dios te ama!Tú eres precioso para Él.Tú le perteneces a Él.Él te amó antes de que existiera el tiempo. Él es tu Padre.Tú lo necesitas.
¿ALGUNAS SUGERENCIAS PARA ALCANZAR LA SANTIDAD?
1. Mira a Cristo en el momento presente.2. Cambia toda situación desagradable para bien de tu alma.3. Comprende el temperamento de tu prójimo. 4. Permanece unido a la voluntad de Dios. 5. Elige a Dios por encima de ti. 6. Imita a Jesús.7. Visita a Jesús frecuentemente en el Santísimo Sacramento.8. Practica la virtud.9. Recibe los sacramentos con frecuencia. 10. Trata de estar consciente de Su presencia.
¿QUÉ DEBO HACER PARA SERSANTO?
Sé fiel a tu estado de vida.Sé fiel a la Santa Madre Iglesia—a los preceptos, los sacramentos, los mandamientos, la doctrina, la enseñanza.Lee la palabra de Dios y otras lecturas espirituales.Observa las bienaventuranzas—compendio de la santidad.Ama e interésate. Permite que Jesús resplandezca a través de ti.Ora.
¿DÓNDE ESTÁ TU FORTALEZA PARA SER SANTO?
En la misericordia del PadreEn la Preciosa Sangre de Jesús En el poder del EspírituEn la intercesión de María, nuestra Madre En la protección de los ángeles En la EucaristíaEn Su cruz
ESPERO TU RESPUESTA
Me gustaría conocer tus sentimientos acerca de esta invitación que con tanto cariño te hago.
Fraternalmente,
Padre Diego León Ruiz Franco.
padrediegoleon@hotmail.com
www.diegoleruiz.blogspot.com
P.D.
Si estas ideas las puedes compartir con otras personas, creo que harías bien y serían de mucha utilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario