El pasaje del Evangelio en esta oportunidad nos permite identificar el deseo de Jesús por dar siempre una lección de vida profunda para quien se acerca a Él con el firme propósito de alcanzar la bondad, la santidad y la perfección.
El hombre del Evangelio que se acerca a Jesús tiene en su corazón multitud de ambiciones que le impiden asumir la propuesta del Señor como una opción fundamental, como una experiencia de sentido capaz de transformar su existencia.
A pesar de esos apegos el Señor no le impide encontrar el camino que lo lleve a descubrir la perfección y la santidad; por el contrario, le muestra que además de lo que ha hecho, el cumplimiento de los mandamientos, es necesaria una exigencia: La Renuncia y la Adhesión.
El discípulo de Cristo debe dar el lugar verdadero a las personas y a las cosas, reconocer que el hombre es dichoso en la medida que ha puesto su confianza en el Señor. Esta renuncia es el mejor camino para adherirse plena y totalmente a la Persona de Jesús y a su mensaje. “Adherir, en el mundo de Jesús, es encontrar a Dios y con Él la plena dimensión del ser mismo del hombre”.
La opción fundamental por Jesús implica relativizar el presente con todas sus seguridades, para iniciar la experiencia de Dios, apoyados en la fe y en las obras que ésta implica. No deberá entenderse esta renuncia como el descuido de las responsabilidades frente al prójimo, a la sociedad y a uno mismo; por el contrario, cuando Dios se ha convertido en nuestra opción fundamental comprendemos que nuestro compromiso con el hombre y el mundo adquieren mayor responsabilidad y esfuerzo.
El hombre del Evangelio que se acerca a Jesús tiene en su corazón multitud de ambiciones que le impiden asumir la propuesta del Señor como una opción fundamental, como una experiencia de sentido capaz de transformar su existencia.
A pesar de esos apegos el Señor no le impide encontrar el camino que lo lleve a descubrir la perfección y la santidad; por el contrario, le muestra que además de lo que ha hecho, el cumplimiento de los mandamientos, es necesaria una exigencia: La Renuncia y la Adhesión.
El discípulo de Cristo debe dar el lugar verdadero a las personas y a las cosas, reconocer que el hombre es dichoso en la medida que ha puesto su confianza en el Señor. Esta renuncia es el mejor camino para adherirse plena y totalmente a la Persona de Jesús y a su mensaje. “Adherir, en el mundo de Jesús, es encontrar a Dios y con Él la plena dimensión del ser mismo del hombre”.
La opción fundamental por Jesús implica relativizar el presente con todas sus seguridades, para iniciar la experiencia de Dios, apoyados en la fe y en las obras que ésta implica. No deberá entenderse esta renuncia como el descuido de las responsabilidades frente al prójimo, a la sociedad y a uno mismo; por el contrario, cuando Dios se ha convertido en nuestra opción fundamental comprendemos que nuestro compromiso con el hombre y el mundo adquieren mayor responsabilidad y esfuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario