miércoles, 21 de julio de 2010

Un momento con mi Padre Dios.

Dios Padre, te agradezco por tus innumerables gracias y bendiciones, por el amor que me tienes y me manifiestas en cada acontecimiento de mi vida. Que cada latido de mi corazón sea un himno nuevo de agradecimiento a Ti, oh Dios Justo y Fiel. Que cada gota de mi sangre circule para Ti, Señor; que mi vida sea un canto de adoración a tu Misericordia.

Señor, aquí me tienes delante de Ti, para ponerme en tus manos, para decirte que te amo y que sin ti mi vida es muy difícil. Quiero agradecerte por este nuevo día, por todas las experiencias y personas que has puesto en mi camino. Gracias por el sufrimiento porque él me ha ayudado a purificar mi corazón y buscarte como mi único consuelo y fortaleza.

Quiero pedirte, Señor, que me perdones por todas mis faltas conscientes y mi pecado de omisión; por tantas veces que he sido injusto contigo y con mis hermanos, por burlarme de tu Palabra, por desconocer tus mandamientos, por desperdiciar este tiempo de gracia y conversión, por desoír a quienes me hablan de ti y me quieren llevar a disfrutar de tu Amor Misericordioso. Perdóname sobre todo si le he hecho daño a alguien y he desconocido tu presencia en el hermano, en el que está a mi lado, en el que veo sufrir y no hago nada por él.

Bendice, Padre, a quien he hecho sufrir con mis actitudes y ayúdame a ser mejor todos los días, sé que con tu ayuda puedo mejorar lo bueno que guardo en mi corazón. Dame un corazón nuevo, Señor, para poderte amar como tú lo quieres.

Señor, dame el pan de hoy, el de mañana y el de siempre, sobre todo dame la alegría y salud necesarias para poder vivir; dame la esperanza y fortaleza para no llenarme de temor en los momentos de dificultad, dame la fe necesaria para saber que nunca me abandonarás, dame la sabiduría necesaria para escoger siempre el camino del bien y dale a mi corazón toda la paz, serenidad y valor para afrontar los momentos difíciles de la vida. Que pueda dar testimonio de ti en un mundo con tanta desesperanza.

Yo te amor, Señor, y quisiera demostrarlo con mi propia vida. Me pongo en tus manos por mediación de mi madre la Virgen María; asiste también a los míos y a aquellos que se han confiado a mis humildes oraciones. Líbrame del maligno. Amén.

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