viernes, 4 de diciembre de 2009

REFLEXION DOMINICAL, DOMINGO II DE ADVIENTO. AÑO C.

“Preparen el camino del Señor”

La dinámica de las manifestaciones de Dios se expresa en las promesas hechas por Él y su cumplimiento. Para recibirlas se hace necesaria una preparación adecuada que incluye una apertura a la acción de su amor misericordioso. Dios quiere prepararnos para que le recibamos adecuadamente y podamos disfrutar plenamente de su presencia.

El testimonio de Juan Bautista es la verdad que el pueblo esperaba ansiosamente, pues llega la Salvación de Dios en la persona de Cristo, su Hijo amado en quien el Padre se complace y por quien el hombre alcanza la salvación.

La Palabra anunciada por Juan es muy clara y no admite ambigüedades, exige y exhorta: “Preparen el camino del Señor”, es decir, conviértanse, abandonen su experiencia de pecado y traiciones a Dios y abran su corazón a una experiencia mejor, mayor, definitiva y última: La salvación que trae consigo el Señor Jesucristo.

Nuevamente Dios quiere la participación directa y voluntaria del hombre para salvarlo, sin esta apertura y aceptación Él no puede entrar en el corazón humano y obrar maravillosamente.

La intención de este segundo domingo de Adviento es muy concreta y puede expresarse como una petición para el creyente: Entregarse al Evangelio para formar una comunidad de amor cargada de frutos de justicia.

La venida de Cristo, para la que nos preparamos en este tiempo de “espera”, es tan eficaz como su primera venida que se actualiza por la celebración de los sacramentos, pero se nos exige ordenar nuestra conducta conforme a los Mandamientos del Señor, esta es la preparación a la que se refiere el Bautista.

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