viernes, 4 de noviembre de 2011

Testimonio de Vida Sacramental y Familiar.

En un mundo que pareciera atentar diariamente contra los valores familiares y espirituales, vale la pena destacar a algunos miembros de la comunidad cristiana que, con hechos muy concretos, nos siguen demostrando que el Sacramento del Matrimonio es camino de perfección cristiana y la familia es necesaria pare la adquisición y desarrollo de los valores humanos y cristianos.

El pasado 1º de Octubre en la Capilla del Seminario Mayor de Jericó, el Señor Obispo Oscar Aníbal Salazar Gómez, presidió la Eucaristía en acción de gracias por los 60 años de vida matrimonial de Rubén Antonio Ruiz Osorio y Delia Luciola Franco Arroyave, allí, en compañía de sus diez hijos y nietos, estos “Testigos del Amor en Jesucristo” bendijeron al Señor por su vida sacramental y familiar.

Se destaca la tenacidad de Don Rubén y Doña Luciola en la promoción de los valores cristianos de sus hijos; sin duda alguna se les pueden llamar: Esposos y Padres Ejemplares.

Nadie duda que para ser buenos padres se necesita una gran dosis de amor, paciencia, ecuanimidad, comprensión, disciplina, flexibilidad, para mencionar sólo unos cuantos. Pero quizás lo que más necesitamos para formar hijos dotados de las virtudes y capacidades que les permitan llegar a ser unos buenos seres humanos es ser padres valientes, es decir tener la fortaleza necesaria para hacer lo que más les conviene a los hijos, por duro que sea, fortaleza que se alcanza por la perseverancia y vivencia de la Palabra de Dios, fuente de toda gracia.

El compromiso de ser padres nos coloca a diario en situaciones que requieren mucha valentía para no tomar el camino fácil y privar a los hijos de los límites que son vitales para que no sólo se rijan los principios que les inculcamos, sino que tengan la fortaleza para ponerlos en práctica.

Lo que necesitan los hijos no son padres condescendientes y que vivan dedicados a darles todo. Sino padres valerosos, capaces de cuestionarse y tener la fortaleza para comprometerse tan seria y profundamente en la formación de sus hijos que hagan lo que sea preciso para formarlos como personas correctas por difícil o doloroso que pueda resultarles. Muchos de los problemas de los hijos hoy en día son el resultado de confundir el ser buenos padres, es decir valientes, con ser padres condescendientes.

Pero para lo que se necesita más valentía aún es para no inventarnos toda suerte de justificaciones que nos permitan decirle a los hijos "sí" cuando en el fondo del alma sabemos que debemos decirles "no"; para no creernos nuestras propias mentiras y convencernos que todo lo hacemos por su bien, cuando realmente lo hacemos por el nuestro. Es urgente procurar que el poder que como padres tenemos sobre los hijos no lo utilicemos para remediar las carencias que les dejamos por nuestras debilidades y perpetuarlas en nombre de una "bondad" mal interpretada.

Estos dos testigos del amor y de la valentía, Don Rubén y Doña Luciola, hoy gozan de su ancianidad porque durante toda su vida creyeron que de la mano de Dios todo es posible y guiados por Él, hoy podemos presentarlos al mundo como valientes guerreros, amigos del amor oblativo y defensores de la vida: Padres Valientes, no condescendientes.

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